Se llaman energías sutiles a las corrientes u ondas energéticas y magnéticas que provienen de las vibraciones geobiológicas y telúricas que emite la tierra. Todo lo que está vivo emite una frecuencia, se trate de personas, animales, piedras, montañas, corrientes de agua subterráneas, etc.
Si bien el estudio de las energías sutiles es tan antiguo como las civilizaciones y en concreto la práctica de la geomancia, que es el arte de la “adivinación por la tierra”, en China y Japón el Feng Shui, “viento y agua” se remonta al siglo IV antes de Cristo. Estas ciencias de la tierra se basan en la orientación de los lugares y los factores topográficos, astronómicos y astrológicos que determinan el equilibrio armónico que hay entre las fuerzas de la naturaleza. Cada aspecto del paisaje, el lugar, el hábitat, la situación en relación con las influencias energéticas que nos rodean, desde lo que está arriba a lo que está abajo, está impregnado de prana, de Chi o de energía viva. Las culturas antiguas y tradicionales solían respetar el entorno y la energía propia del ecosistema en que se desarrolla la vida, de acuerdo con esas energías sutiles geobiológicas y con los Elementales que las habitan. Los rituales propios de cada estación siempre han formando parte de la historia del medio social del hombre. Sólo la modernidad de las ciudades ha apagado o eliminado en gran parte este interés y este respeto por las fuerzas ocultas de la naturaleza que en muchos casos determinan decisivamente la convivencia y las relaciones humanas.
La orientación geobiológica, la contaminación y las energías sutiles que se instalan en nuestro hogar son factores que determinan también nuestro bienestar.
Este puede ser el fundamento de la moderna geobiología, o ciencia del hábitat, que busca reencontrar los orígenes de esta unión entre lo divino y lo profano, entre la naturaleza interna y externa del individuo mediante el reequilibrio de las energías que le rodean en su relación con el cosmos y las fuerzas telúricas, tratando de potenciar las más positivas y eliminado las negativas. Se trata de una alquimia espacial que a su vez transformará al ser humano para impulsar la armonía física, emocional, mental y espiritual y fomentar la prosperidad material. Somos emisores y receptores y por lo tanto sensibles a toda frecuencia emitida.
Por otra parte, las corrientes telúricas reciben la influencia de la composición del suelo sobre el que corren. Sobre terreno firme y plano la corriente será más serena y regular; sobre terreno rocoso y accidentado se convierte en agresiva y desordenada produciendo numerosos fenómenos que pueden alterar la naturaleza pacífica del ser humano. Vivir cerca de fallas geológicas o de volcanes contribuye a la agitación interna.
Muchas ciudades y colonias en la antigüedad estaban enteramente rodeadas de murallas que las preservaban no solo de los invasores, sino también de las influencias nocivas. Se colocaban leones de piedra o dragones de arcilla en las puertas o en el punto culminante de los tejados para protegerlas. En China se construían pagodas de gran altura en lugares específicos para incidir positivamente y geománticamente sobre el lugar en concreto como si se tratará de grandes agujas de acupuntura. Las iglesias también se protegen mediante gárgolas de las energías invasivas.
Europa tiene una antigua tradición geomántica. Tenemos el ejemplo de las catedrales medievales, muchas de las cuales fueron levantadas sobre antiguos lugares sagrados en los que se organizaban diversos rituales paganos, o los monumentos megalíticos que existen como santuarios de poder de carácter sagrado en los que la alineación Este-Oeste conecta con líneas de fuerzas geobiológicas, llamadas también líneas Ley. La construcción de casas sobre corrientes telúricas no favorece la buena armonía cuerpo-alma. Una buena sinergia entre el terreno y la construcción de un edificio contribuye a alcanzar un mejor equilibrio sicosomático de la población.
Existen numerosos estudios que demuestran que algunas enfermedades crónicas como la bronquitis, el asma, las migrañas, el insomnio o la fatiga crónica mejoran en un altísimo porcentaje con una buena ubicación y observación y equilibrio de las corrientes de energías sutiles. Las mujeres en general son mucho más sensibles a las ondas que emite un lugar, las captan con más facilidad gracias a que tienen el sexto sentido, -el de la intuición-, mucho más desarrollado que el hombre. Si a la hora de comprar una casa o un terreno la mujer siente intuitivamente que éste no es el lugar adecuado, en un elevado porcentaje el resultado acaba dándole la razón. Uno de los principales factores en el estudio geobiológico es fiarse de la intuición.
Es curioso observar que se tienen registros de prácticas Feng Shui que datan del siglo IV A.C. Sus principios están basados en preceptos que datan de tiempos más remotos, cientos de años atrás en los clásicos chinos, particularmente de la obra sagrada Li Shu o "Libro de Ritos", se establecen los fundamentos de las creencias chinas concernientes al orden, la armonía entre el cielo y la tierra y de la necesidad de trasladar ese equilibrio a todo lo que se crea.
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